sábado, 4 de junio de 2011

Será.


Ya es cotidiano tener esa leve esperanza, aquella rutina diaria de imaginarte junto a mí. Estoy harto ya de soñar con tu imagen, con tus labios rozando los míos, sobretodo teniendo estas ganas que me carcomen, y lo hace tan fuerte que me frustra. Me frustra el esperar verte, el sentir que todo mi mundo se detiene cuando me hablas, y el darme cuenta que me muevo cuán si fueramos imánes. Lo peor es que me invades cada véz más, como si tu presencia fuera una estrella fugáz, justamente lo que te describe tan bien. Tan brillante, tan intensa, tan bella... y dando esa extraña sensación de presenciar un hito, pero luego te vas, y me enojo, me odio por no poder percibirte, y también por convertirme en tu discípulo con tan solo 5 segundos de ilusión.

Será que revives mis sentidos, y sí...lo siento en el momento en que suspiro con esas ansias a cuestas, que el mismo tiempo fue variando, como si fuera más fuerte a medida que me faltas. Pero desconfío, mi corazón de adolescente es traicionero.

A pesar de todo me has enseñado la palabra Constancia, siento que nunca me rendiré, aunque al hablar mientas, me digas que no quieres ser parte de mi historia y te paralices con esa risita sínica, con la misma que me enamoras, que me conviertes en tu fiel amante.

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