lunes, 27 de diciembre de 2010

Despertar.

Que difícil pensar que ansié vivir un sueño, del que tengo que vivir para darme cuenta, la falta que me hace tener de esos encuentros tan perfectos con mi inconsciente. A veces pienso porque la vida tiene que ser tan perra con nosotros, y estos momentos responden completamente mi pregunta, y a mi parecer, con mucho más sentido de lo que espero siempre. Si la vida fuera perfecta, imposible valorar lo que ésta te da. Es la satisfacción de lograr algo que me rondaba, que quería - a como dé lugar- concretarlo, y al hacerlo la sensación es simplemente única. Victoria.

Al final, el destino me hace llegar, y cuando te miro a los ojos, todo lo que tuve que pasar para llegar a esa milésima de segundo de conexión, tiene sentido y ahora sé...valió la pena el tener que convivir a diario con todas esas rabias, penas, alegrías, ansias y muchas cosas más sólo por estar junto a ti y compartir ese poquito pero abrumador sentimiento que se abre camino a pasitos de caracol.

¿Lo ves? Ya ni siquiera sé si sentir o pensar, lo único concreto y seguro es esto. La curiosidad de qué nos depara el destino, azar o lo que sea que nos guíe, es lo que me mantiene en pie y dispuesta a intentar y dejarme llevar por lo que me rige: el corazón. Y si debo caerme, que así sea. Es imposible que siga teniéndole miedo a decepcionar, o al hecho de estar herida, si nunca me arriesgo, simplemente, es algo que nunca sabré.

Por eso, al volver de nuevo a la realidad, me esmero por seguir esta ligera intuición que me queda y que, justamente, era la señal que esperaba para tomar el vuelo y dar la iniciativa al bohemio y loco llamado que sentía desde mi mente, mientras sutilmente se apoderaba de mi corazón. Así, te tomé y te lleve a vagar, perdidos en los bosques de ilusión, esos que tanto soñé, sin querer perderme ni un solo segundo, al menos contigo. Y luego de ese gran viaje que emprendimos, con los ojos te pregunté si finalmente me ibas a acompañar en el camino que yo misma nos había creado.

Desperté.

lunes, 13 de diciembre de 2010

Mírame.



Como darle introducción a esto, si se sabe realmente que las miradas son lo más importante dentro de la comunicación del ser humano. Que sería de la amistad sin esa mirada compartida y llena de secretos, la miradita de odio cuando se acerca la persona que aborreces junto a tu amigo o amiga, la de complicidad en el momento que ronda ese alguien que por algún motivo u otro les quita la respiración. Y qué sería del amor...

Dicen que una mirada dice mas que mil palabras. Bueno, nosé si tanto, de lo que si estoy segura, es que LA MIRADA es el puente de conexión a los sentimientos del otro, es como si pusieras tu alma al desnudo y se pudiera ver através de ti, aunque suene cursi, sé que a muchos les da esa sensación exquisita de estar compartiendo algo, de ser UNO.

Que es lo que recuerdas cuando te vas a tu casa luego de esa salida junto a la personita especial?... Cuando recreas todo lo que paso, y comienzas a notar los pequeños detallitos, el brillo en sus ojos, y en como, de una manera singular, te sonreía con estos. De ahí te preguntas y te ríes de tu papel de detective tratando de buscar esas señales que esperabas encontrar, por muy evidentes que sean.

Lenguaje inóspito que nunca terminaremos de descubrir, pero que hasta el dia de hoy siempre nos parecera interesante. Aunque veas a esa persona mil veces, cada mirada es diferente, el sentimiento se da a conocer, y solo mirándola te das cuenta de la satisfacción que siente al verte, el -porfin- poseerte. Por mucho que se conecten 5 segundos, sabes dentro de tu cabeza y corazón, que es lo mas especial, lo que necesitabas.

Y no necesariamente siempre serán de amor, miradas que pueden silenciarte, miradas que pueden hacerte estallar de emoción, miradas de odio. Solo hay que dirigirlas y rogar que sean "escuchadas".

Nadie dijo que sería fácil.

A veces las cosas no se dan como uno espera... Ahí es cuando ocurre, agachas la cabeza y te rindes como cobarde, pensando ingenuamente que por fin, luego de tanta introspección y planes en tu mente, la solución parece ser esta: Huir, aunque sabes por dentro, engañándote a ti mismo que es una salida inútil.

De lo que no te das cuenta después, es en lo mucho que te cuestionas el que hubiese pasado si hubieras luchado realmente por lo que más querías y a pesar de que no sabes si estarías mejor o peor que ahora, la incertidumbre llega como un huésped y se apodera de ti, invitándote al viaje sobre el nuevo camino, nuevo destino.

Lo raro es que las veces que te arriesgas, a momentos, las ganas de regresar el tiempo te invaden, ignorando totalmente tu presente y viviendo de recuerdos, como muerto en vida.

Pienso que no hay conclusión, nunca se sabe lo que puede pasar, solo tomar decisiones y no mirar hacia atrás. Muchas veces uno escoge mal pensando en el bienestar del resto (como si lo supieras), pero el futuro incierto nos traiciona siempre, y al final uno no puede predecir nada. Por lo que todo lo que premeditaste y que, luego te sirvió para actuar acorde a lo que se supone "podía ocurrir", no sirvió de nada.

Finalmente tu decisión es la que hace el futuro, tu mismo presente.