viernes, 1 de abril de 2011

Una historia que contar.

Llovía, y ella seguia derrochando lágrimas por esa persona que, según ella, había olvidado.

Llorando, la inconciente princesa del cuento pensaba en él... En el único que le robaba la respiración, el sueño, y ése... que al escuchar sus latidos pareciese que el mundo no tuviera otra razón de vida más que él.

Nada tenía sentido, ella lo quería con locura, y aunque él estuviera a kilómetros de distancia, sufría al ver como el tiempo seguía su curso mientras ella sentía que el adiós no valia, luego de haber substixtido con sólo ese tan insignicante: " Te quiero...".

El sutíl coqueteo con la navaja la confundía profundamente...Iba y volvía a su cuarto para decidirse. Subirse al tren de la inconciencia y no pensar en nada más que en el dolor físico después de haber vertido todas esas gotas de tristeza. Su corazón estaba ya inerte, en un completo estado de éxtasis, queriendo sólo encontrar consuelo, a costa de lo inusual.

" No te quiero, y no te voy a querer nunca más..." , repetía mientras el filo de la navaja apretaba su piel con dulzura, como diciendo que no volvería a suceder y que él siempre estaría siempre cuando lo necesitase. Ella miraba las marcas punzantes y no sentía nada.

Tardó en volver mientras divagaba en su mente, en su propio trance y cuando por fin despertó, se fijo en las heridas apreciándolas, por haber parado su corazón y su mundo por ese mínimo segundo que necesitaba.

Pero poco demoró el impacto de darse cuenta que todos esos intentos de perderse permanentemente, para que el ya no fuera nada, fueron inútiles. Sintió la vida por la espalda y se hecho en la cama, tendida y abatida. El peor momento fue cuando supo desde esa punzada, que el destino no la haría la elegida, no habría vuelta atrás, y la constante espera de su llegada, no sería más que un triste sueño que no se haría realidad.

A pesar de todo, ella vibraba al pensar en volver a ver su mirada, aún después que su corazón cesara.

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